02 Dic COVID-19 en el Vicariato Apostólico de San José del Amazonas
La Fundación lleva un par de años colaborando con los internados de Santa Clotilde y de Angélica del Niño Jesús en El Estrecho. Cuando comenzó la pandemia de COVID-19, cada uno de los internados tuvo sus problemas particulares a la hora de afrontar la emergencia. Nos solicitaron una ayuda de emergencia para poder hacer frente a las primeras necesidades. A finales de noviembre nos escribía la Hna. Vianey Ambriz Núñez, directora del internado de Santa Clotilde, explicándonos cómo habían vivido esos primeros meses de pandemia.
Santa Clotilde
En Santa Clotilde, la incidencia de la enfermedad fue muy escasa: aunque la enfermedad llegó a las 113 comunidades, únicamente se produjo un fallecimiento por COVID-19. Sin embargo, al enviar a los alumnos a sus casas para seguir el curso por los medios que el Estado peruano puso en marcha (la Estrategia Educativa Nacional «Aprendo en Casa» y, a nivel regional, «Suena el Maguare»), vieron que la mayoría de sus alumnos no podría: no tienen acceso ni a internet ni a radio ni a TV en sus comunidades. Así que hubieron de garantizar la escolaridad de los muchachos por métodos algo más tradicionales: fichas.
Se prepararon 55 fichas didácticas, de todas las áreas curriculares. Los alumnos y sus padres iban acercándose poco a poco al internado para recoger las fichas y recibir las instrucciones para poder trabajarlas en casa.
De este modo, aun a pesar de la escasez de medios en las comunidades de los ríos Napo, Curaray y Arabela, sus alumnos no perdieron el curso.
Angélica del Niño Jesús
En el internado Angélica del Niño Jesús, en El Estrecho, la situación fue diferente. En San Antonio del Estrecho, localidad donde se encuentra el internado, comenzaron los contagios en junio. Aunque en un principio se pensó que no tendría una gran incidencia, tuvieron fallecidos casi desde el principio, posiblemente porque por ignorancia los habitantes no tomaron las medidas sanitarias necesarias.
En el internado quedaron 20 niños de los 110 habituales, que no pudieron volver a sus comunidades al desaparecer los transportes. Al principio el único problema fue el abastecimiento de víveres, que fueron solucionando poco a poco. Pero la preocupación fue en aumento cuando comenzaron a fallecer personas en la población por falta de oxígeno. Esto les llevó a conseguir unos concentradores de oxígeno para estar preparadas por si alguno de los alumnos o del personal del centro cayese enfermo.
También tuvieron que conseguir un equipo de TV para que los alumnos que quedaron sin poder volver a sus casas pudieran seguir los programas de Aprendo en Casa que transmitía el Ministerio de Educación.
De este modo, los muchachos que no pudieron reunirse con sus familias pudieron estar atendidos y seguros en el internado, cuya principal preocupación fue el mantener la salud de los chicos, habida cuenta de la complicada situación por la que tuvieron que pasar.
La Fundación Ad Gentes mantiene el contacto con estos internados del Vicariato de San José del Amazonas, y continúa colaborando con ellos en las necesidades que se les van presentando, siempre en la medida de nuestras posibilidades.