A través del misionero valenciano en Portoviejo (Ecuador) Rubén Cortell, conocimos la necesidad de dos mujeres ecuatorianas que quedaron sin vivienda tras el terremoto de abril de 2016.
Madre e hija, con 82 y 41 años (y un 75% de discapacidad), vieron como la pequeña vivienda en la que vivían, pese a quedar en pie, dejaba de ser segura. Además de los daños sufridos, al estar construida más baja que el nivel de calle, sufría continuas inundaciones cada vez que llovía.
Contamos con la colaboración de la Parroquia de San José de Ontinyent para poder realizar este proyecto, que dotó de una vivienda digna (a través de la Corporación de Viviendas Hogar de Cristo) para estas dos hermanas del otro lado del mundo.